LDD Fics: «Bajo el convento»

El siguiente fic es de Arturo Hernandez… Y tiene como… un montón de cosas que me encantan…  

BAJO EL CONVENTO

 

Cuando uno ingresa, se da con la sorpresa que ha anochecido de repente. Eso se debe a que no se puede distinguir el día ni la noche allí adentro. A pesar de las luces amarillas, la oscuridad aún ejerce su dominio y las sombras con el silencio ayudan a crear un ambiente de desolación y de misterio, sumado eso al olor de humedad.

Algunos niños ríen, una pareja de enamorados aprovecha la charla del guía y se van a una de las columnas a hacer lo que siempre hacen. Otros aprovechan para tomar fotos con sus celulares a escondidas pues está prohibido… sí, un día normal con visitantes normales, sin embargo aquél día, las catacumbas del Convento de San Francisco de Lima iban a recibir a dos visitantes especiales quienes precisamente aparecen en la entrada. Acercándose, se ve que uno de ellos no es una persona desconocida. Gwen observa las paredes y las rejas como alguien quien ha perdido una vieja costumbre y que le ha chocado con el reencuentro. El que lo acompañaba era un flaquito vestido de negro como ella, portando dos brazaletes con púas y el cabello con los pelos en punta. Se apodaba Sepulcro.

–¿No te sientes como en casa? – pregunta éste luego de dar un fuerte respiro.

La verdad, no. De hecho no se ha sentido así cuando regresó de Toronto. El programa y todo lo que había vivido terminaron y nuevamente comenzaron los días de escuela. Al entrar a su habitación, estaba segura que ahora todo volvería a la normalidad, pero no se imaginaba lo equivocada que estaba. El primer día de clase, compañeros y profesores lo saludaban con “así se hace, amiga”, “te luciste”, “hay mas peces en el lago”, “estuviste sensacional…” Ya no la trataban con frialdad como antes y eso lo hizo sentirse rara el resto del día. En el almuerzo conoció a Sepulcro y otros dos chicos nuevos quienes precisamente vinieron con ella a Lima, por invitación de su amiga peruana Vanessa, quien vivía en USA y había venido a Canadá como estudiante de intercambio. “¿No les gustaría venir a Lima después de la graduación? La casa de mi abuela es grande.” Por supuesto, iremos.

–¡Gwen! – dice Sepulcro – Te pregunte si…

–Sí, Sepulcro, sí te oí… y sí, me siento como en casa.

Los dos góticos siguen a la guía pero apenas la escuchan. Ya ambos se habían documentado lo suficiente sobre este lugar así que aprovechaban para observar mejor las bóvedas donde los huesos estaban colocados en formas de figuras geométricas. Para su desgracia, Sepulcro no los podía tocar, pues habían colocado vidrios para impedir que la gente se lo siga robando para venderlos a los colegios médicos y a alguna que otra curandera.

Al ver los huesos, Gwen recordó a Marilyn, Segador y Duende Cadáver. ¡Cuánto hubieran deseado estar aquí! Antes de Wawanakwa, Gwen y sus tres amigos solían acampar en el cementerio de la ciudad en las noches, ya que el abuelo de Segador era el portero y los dejaba pasar, pero al volver, Gwen se enteró que el viejo pasó al retiro y su reemplazante, menos viejo y gruñón, impedía que ellos se acercaran al lugar. Gwen escribiría en su diario: “Mi mundo se está resquebrajando…”

Pero exageraba. Las cosas habían cambiado, pero más a causa de ella. Sus compañeros de la escuela, los no góticos, tiempo atrás les parecía idiotas a Gwen pero ahora no tanto como antes. Ahora conversaba normal con ellos e incluso comenzó a hacerse amiga de algunos. Una noche podía ir con Sepulcro y los demás al Nosferatu y al día siguiente comerse un helado con una cerebrito en la fuente de sodas. Podía en la tarde escuchar rock con Marilyn y en la noche acompañar a Claire Davies (una de las porristas) al centro comercial. Pero… “La ciudadela Gwen ha cedido” comentó divertido Duende Cadáver un buen día. Desde entonces, esto dejó pensando a Gwen. ¿No me estaría traicionando a mí misma?

Para entonces ya habían visto las bóvedas que estaban bajo sus pies y que afortunadamente habían puesto postes de madera para evitar caerse. Pasaron por los estrechos pasajes hasta llegar a la escalera que conducía a la iglesia allá arriba (se podía ver la imagen de la Virgen desde abajo), la Cruz y los candelabros puestas sobre unos muros que, según la guía, eran túneles que aún no habían sido explorados y finalmente, el famoso pozo circular, presente en muchas fotos de internet, lleno de cráneos y huesos distribuidos como un espiral. Sepulcro observaba todo riendo, emocionándose en silencio y de rato en rato dándole codazos a Gwen. “Siento como si los conociera a todos ellos.” Le decía en referencia a los cráneos. Gwen intentaba sentirse como su amigo, pero no lo lograba. En los tres primeros días en la Ciudad de los Reyes, Gwen, Vanessa y los demás fueron a algunas discotecas “subte” (así lo llamaban) y recorrieron casi todo el centro histórico. Pero Gwen solo pensaba en el convento. Creía que con estar allí abajo, con respirar su aire húmedo y acostumbrarse a la semioscuridad, quizá… quizá podría recuperar su identidad perdida. “Volver a ser la aterradora y marginada chica gótica para vivir tranquila con mis dibujos y mis hermanos de las tinieblas.”

Poco más había que ver. Había otra entrada pero esta los conducía nuevamente a la salida. Gwen pudo ver en el camino otra escalera de donde se veía la iglesia, pero esta estaba tapada por un muro y en cada escalón podía ver una calavera y dos huesos cruzados similar a una bandera pirata. “Ja, sí que tenían sentido del humor” comentó. Mientras se dirigían a la entrada, Sepulcro se le acercó:

–Al llegar a la entrada, mantente alerta.

–¿Por qué?

–Ahora lo verás…

Fueron los últimos en salir, vieron que el cuidador de afuera no estaba y que los demás ya comenzaban a alejarse. Sepulcro detuvo a Gwen y volvieron a entrar.

–Qué diablos te pasa, Sepulcro?

–Mira el piso ¿Qué ves?

Gwen se fijo en la reja que daba a unos escalones hacia abajo seguida de una completa oscuridad.

– La guía dice que es otro nivel de las catacumbas, pero está cerrado al público.

–No para nosotros. – seguidamente, de sus bolsillos sacó dos enormes ganzúas.

–¿Por qué trajiste eso?

–¿Sabes por qué acepte venir contigo aquí? Por los túneles.

–Están tapados, Sepulcro. ¿No oíste a la guía?

–Mentira para turistas. Para mí que están allí abajo. Escucha mi plan: Nos escondemos aquí, cuando sea de noche abrimos esa puerta y entraremos hasta dar con ellos. – Saca dos linternas de su saco – Encontraremos el túnel del que nos contó Vanessa, esa que te lleva hasta el mar de… Chorrillos, si ese es el nombre. ¿Estás conmigo, cosita rica?

Gwen estaba por decirle no y jalarlo de las orejas hasta la calle, pero al oír “cosita rica” le asaltó una idea. ¿Si en lugar de Sepulcro, hubiera sido Duncan el que estaba a su lado? Además, la aventura podría ayudarla con su crisis personal.

–Hagámoslo.

***

Una hora y media después (pues eran las cinco de la tarde cuando llegaron al convento), se cerraba San Francisco. Para entonces, los dos ya estaban ocultos en un pequeño cuarto de las catacumbas que estaba cerrada por una reja. Sepulcro la abrió con su ganzúa y al asegurarse que no había huesos allí, se pusieron a esperar la noche.

“…Claire Davies, aquella porrista, es muy sencilla. Me recuerda a Lindsay. A pesar de verlos de vez en cuando, los extraño mucho. Aunque por otra parte estoy contenta de estar lejos de Chris y del Chef, de esa Heather y Courtney. Ah sí, también de esos dos; Geoff, es cierto, me enseñó a reír más fuerte, pero mi amistad con él duró más pronto que un helado en la boca de mi hermano y su novia, a la que creí que era una de mis mejores amigas, pero resultó ser una gran hipócrita… Afortunadamente me escribo con Leshawna… y también le escribo a Duncan, pero no me contesta por la sencilla razón que esa odiosa novia suya le estará vigilando sus cuentas… mis amigos de tevelandia… aunque ahora tengo a Sepulcro y a los demás… también a Vanessa que vino por el programa de intercambio; una semana y nos hicimos amigas… ¿Por qué estoy aquí? ¿De verdad quiero hacer esto? ¿Acaso extraño esos enfermos desafíos? ¿Acaso…”

–Gwen, despierta.

Gwen se sobresalta al descubrir que había estado echada en el suelo.

–¿Qué diablos te pasa? Estabas hablando dormida. – Gwen no sabía que responder – tenemos que apurarnos, es media noche.

¡¿MEDIA NOCHE?!

¡Si! Al ver su reloj, se dio cuenta que ambos se habían quedado dormidos. Pero ve que las luces aun están encendidas. Se lo hace notar a Sepulcro.

–Ba, se habrán olvidado de apagarla. Llegó la hora, amiga. – le da una ganzúa y una linterna – espérame aquí mientras veo que no haya moros en las costa.

Gwen asiente y Sepulcro se va. El escondite estaba cerca de la escalera bloqueada por el pequeño muro. Gwen también se convenció de que olvidaron apagar las luces para su suerte, pues no confiaba mucho en las linternas además de que este lugar, en medio de las tinieblas sería escalofriante. Izzy, Eva y Duncan, en cambio, no tendrían problema en desplazarse si las luces estuvieran apagadas. Entonces hizo memoria y recordó lo que estaba soñando hace unos minutos. ¿Qué estarían haciendo allá en casa? Cuando él y su amigo llegaron al convento, apenas les interesaba las pinturas y demás salas del museo, este complejo subterránea era lo único que les importaba. Salvo la biblioteca de arriba (¿Estás ahí Harry Potter?), al ver la cantidad de libros, Gwen se pregunto cuál sería la cara que tendrían Harold y Noah de haber estado allí…

Doce y media… media hora y Sepulcro no llega… Gwen, al ponerse a pensar, perdió la noción del tiempo y estuvo media hora en el escondite, era hora de salir de allí. Sin hacer ruido, caminó sigilosamente hacia el gran pozo, dio una breve mirada adentro. Se acerco luego a la pared donde estaba la cruz y se puso a observarla. ¿Cuántos años de antigüedad tendría?

[¿QUIEN ERES TU?]

¿Quién le esta susurrando en el oído? Gwen se volvió a su izquierda para ver quien era, pero no encontró a nadie. ¿Será Sepulcro haciéndose el gracioso?

[¿QUIEN ERES TU?]

Le vuelven a susurrar y Gwen nuevamente se voltea, pero nada. ¿Qué diablos? Entonces se da la vuelta y… frente a ella, cerca al pozo, ve una extraña persona, pero está… semitransparente. ¡Se puede ver el muro del fondo a través de su cuerpo! Gwen ve que tiene ropas de monje y lo mira con severidad.

[¿QUE ESTAS HACIENDO AQUÍ?]

Pregunta el espectro, pero Gwen no responde, había dado algunos pasos y ya estaba cerca a las entradas que conllevan a los otros pasajes. La sombra aún esta junto al pozo. Gwen no sabe que responder, de hecho, no puede hablar. Está temblando, sin embargo, sus ojos se dirigen a la entrada de donde vino así que inmediatamente corre… va hacia la entrada principal y descubre que las rejas de lo cuartos pequeños donde albergan mas huesos están abiertas, pero de pronto, la sombra aparece obstaculizando la salida.

[¿QUE ESTAS BUSCANDO AQUÍ? ¿POR QUE MOLESTAS A MIS HERMANOS?]

A diferencia de las películas, este fantasma no grita y no su voz no suena como un eco. Habla, pero su voz le llega a uno de sus oídos en forma de susurro, como si alguien estuviera a su lado hablándole despacio… Se voltea y vuelve a adentrarse al fondo. ¡Mi celular! Pero, para su mala suerte, no funciona, su batería se agotó. Entra de nuevo a la sala de las bóvedas del suelo ¿Era ella o las calaveras de abajo la miraban? Se voltea y ve al monje acercarse. “¡DIOS!” finalmente sus labios articula palabras. Corre hacia el pozo… claro, la escalera que lleva arriba, con la ganzúa podía abrirla, pero al llegar a la escalera observa horrorizada que arriba no se ve nada. ¡Afuera estaba cubierta por la más negra oscuridad! Sube los escalones y respira un aire fúnebre. No, no podía subir allá, acá abajo, con esas luces amarillas, es más seguro. ¿La otra escalera? Va hacia allá, atraviesa esos pasajes grandes donde han cubierto con cemento los costados donde (según Vanessa) años atrás también habían osamentas… allí está el escalón, no importa, escalaria la pared, rompería el vidrio y barrería los huesos de allí… pero encuentra la misma oscuridad. Gwen tiembla más, siente la presencia del monje que avanza allá detrás de ella y la va a alcanzar… eso significa que la entrada está libre… comienza a correr… al llegar, ve los cuartos abiertos llenos de huesos en el suelo… tantos que es imposible distinguir el suelo. No hay tiempo que perder, la salida estaba libre, la atraviesa… libre, pero… no puede ser… frente a ella otra vez esa maldita oscuridad. Es como si esta tuviera vida. Si ella avanzara dos pasos… ¿no caería muerta? Observa entonces esa entrada que mencionaba Sepulcro… no le quedaba otra… con un esfuerzo sobrehumano abre la reja con la ganzúa y baja, no era necesario su linterna pues también estaban los cuartos iluminados, solo que no veía de donde provenían las luces.

Quizá si era cierto lo del túnel, debería hallarlo para entrar y correr hacia la playa. Ante ella una proliferación de pasajes infinitos en donde había más bóvedas con huesos, con la diferencia que estos no estaba cubierta por vidrio. Comenzó a andar rápido… había otra cosa que lo aterraba… mientras corría, allá arriba, imaginaba con tener a Trent a su lado para protegerla, sin embargo su imagen se desvanecía rápido y de pronto se le aparecía… ¿Duncan?

Era un laberinto espantoso, de aquí y de allá se encontraba con las mismas paredes de antes y encontraba otros pasajes donde lograba avanzar un poco… volvió a sentir la presencia del monje que se acercaba.

Al fin se le presento un pasaje largo que lo alejaba del laberinto así que comenzó a correr… tal vez me esté mintiendo, tal vez si sienta algo por él, tal vez la odie por celos, tal vez hice mal en quedarme callada… tal vez debí haberle dicho no y sacarlo del convento, tal vez no debí venir a Lima… TAL VEZ LA GUIA MINTIÓ Y LOS HUESOS DE ARRIBA NO SON DE GENTE ANTIGUA, TAL VEZ SON DE MUCHOS IDIOTAS COMO SEPULCRO QUE HAN SIDO MUERTOS POR EL FANTASMA,  TAL VEZ SEPULCRO YA ESTÉ MUERTO Y YO…

¡Bramp! Gwen tropieza y rueda al suelo, menos mal pues sino aún estaría gritando sola. Pero al levantarse ve una mohosa puerta de hierro cubierto con madera. ¿El túnel? ¿Dónde está la ganzúa? Sin duda se le cayó en el camino, no puede volver, comienza a golpear y patear la puerta ¡Ábrete! ¡Ábrete! Quizá funcione a la forma peruana ¡Ábrete, pues, conchet…! El espectro se acerca, lo siente… más golpes y patadas, pero Gwen siente que sus fuerzas la dejan… ya no puede más, cae de rodillas al suelo. Ya todo acabó, ya no tenía caso seguir resistiendo… primero las lágrimas y finalmente el llanto.

[ESCUCHA]

El susurro nuevamente. Gwen se calla y lentamente se levanta y encara al monje. Éste está a varios pasos frente a ella.

[ESCUCHA. ESA PUERTA HA ESTADO CERRADA POR VARIOS SIGLOS. MI DEBER ES CUIDAR QUE NADIE BAJE NI LLEGUE A ESA PUERTA. A NINGÚN MORTAL LE ES PERMITIDO CRUZARLA PUES NO ESTA PREPARADA PARA VER LO QUE HAY DEL OTRO LADO. CONSIDERA TODO ESTO COMO UNA ADVERTENCIA. SI ALGÚN DÍA VUELVES AL CONVENTO, SERA ÚNICAMENTE PARA VER A MIS HERMANOS DE ARRIBA. DE LO CONTRARIO TE CASTIGARÉ ¿HAS ENTENDIDO?]

Esta última lo pronunció con una mirada tan severa que Gwen sintió escalofríos. Asintió. Entonces el monje le señala a un costado y Gwen ve un pasaje que nunca lo notó. Sin quedarse a dudar, entra. Ve un camino largo e iluminado. Comienza a andar sin ver ni hablarle a la sombra. De hecho, al avanzar, no se atreve a voltear.

Siente que el camino va hacia arriba, ve que el piso hay varios huesos y cráneos dispersos a los costados, como si alguien hubiera barrido dejando el medio limpio de esas osamentas. De pronto le llega un aire donde respira vida… apura el paso. Ve una entrada y mas allá ve una calle ¿La salida? Finalmente llega y sí, es una calle. ¡Estaba afuera! Se vuelve, pero de pronto no ve la entrada que ha cruzado, solo está la enorme pared de San Francisco. De pronto un ruido la hace saltar… es su celular ¿Qué no estaba sin batería? ¿Hola…?

–Gwen ¿Dónde estás? Debes venir pronto. Sepulcro está en la cárcel.

¿Sepulcro?

***

Gwen llego a la comisaría justo cuando ve a Sepulcro salir libre. Allí estaban también Vanessa, Sally Luna Negra y Ataúd Jack. Tuvieron que pagar una fuerte fianza para liberarlo.

–Tal como pasó, Gwen. Ni bien salí y un guardia me descubrió. Me trajeron aquí, pero antes arroje la ganzúa en la calle sin que se dieran cuentan. Eso facilitó las cosas. ¿Y dónde estabas tú?

¿Acaso iban a creerle? Dijo que aprovecho para salir rápido, acercarse a un muro y trepar hasta dar con la calle. Vanessa la llamó varias veces hasta que finalmente logro contactarla. Qué pena, dijo Sepulcro, nunca sabré lo de ese túnel.

–Ningún mortal lo sabrá, amigo Sepulcro.

Horas después, Gwen ya estaba en cama, en casa de la abuela de Vanessa. Por supuesto que esa noche no iba a dormir. Meditaba. Hoy pudo morir. ¿Por qué se arriesgó a hacer esa tontería de Sepulcro? ¿Para volver a ser lo que era? Descubrió, entonces, que había sido muy estúpida. Había cambiado mucho en la isla ¿y acaso no habían cambiado ellos también? Por ejemplo, Heather era una mierda en la isla, pero después cambio y ahora era sólo una mierdita. No había nada malo cambiar un poco, siempre y cuando no abandone su esencia. Era gótica, aún era fiel, no se traicionaba. Entonces ¿Por qué tanto problema? De haberle dicho no, pudo llegar a esta conclusión sin pasar esa horrible experiencia. Cerró los ojos, en dos días regresará a casa y tratará entonces de contactarse con algunos de ellos, pues había pasado por un proceso muy común en la gente: la maduración. Por supuesto que el recuerdo de ese extraño ser estaría presente por el resto de su vida.

FIN

Bueno, el fic… trata de Gwen… Y es en Lima… No pues, pero que experiencia para más genial que es ésta historia n__n

San Francisco es un lugar que no visito hace mucho tiempo… Pero daah ya quiero ir xD. Gustarme.

Bien, me despido. Saludos a todos. Comenteen….